![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitKNwPzJHJn6RIK8OQghLFMl1ZDrRtOVpQdG_sEgbp0kq9Tm6k8Dit6AlSgqN8ECAWcn5yAoYvZ8ZSgyg2GQCaPo9ZPMqeM4nszKZH0uelY4SWR8sbbbaeQUHzNlfw1zhYMSHAgP4DFWOq/s400/agricomer1.jpg)
“El problema que ha presentado la Península es el cambio de
uso de suelo en temas agrícolas. Se han incrementado el cultivo de soya y de
alimento para ganado”, explica Emilio Cruz, vocero de Reforestamos. El Estado
de Campeche es el más deforestado de la Península de Yucatán porque ha perdido
54.700 hectáreas de selva, lo que representa el 22% del total perdido en México
el año pasado. La cifra de hectáreas deforestadas en ese Estado ha crecido
agudamente desde 2006, cuando se perdieron 23.909 hectáreas.
“Si la deforestación
mantiene ese ritmo, antes de que termine el siglo XXI no quedará una sola
hectárea de estas selvas. Con ellas se perderán una enorme diversidad biológica
y servicios ambientales para la agricultura, la producción industrial y la vida
en las ciudades”, considera Reforestamos.
Además de la expansión de territorio para la pastura del
ganado también se ha incrementado el cultivo de la palma. “No es casual la
cifra de deforestación en Campeche y Chiapas, donde estas actividades ejercen
una presión terrible y han tenido un impacto brutal”, considera Eugenio
Fernández, un consultor independiente. El aceite de palma es muy utilizado por
la industria alimentaria y las regiones del sureste del país han respondido con
gusto para satisfacer su demanda en la fabricación de productos de alimentación
altamente químicos e industrializados. “Los mexicanos nos estamos muriendo de
diabetes y además la comida chatarra nos está asfixiando porque está acabando
con nuestras selvas”, agrega Fernández.
La Península de Yucatán cuenta con uno de los macizos
forestales más sanos del país. En 10 metros cuadrados de selva puede
encontrarse una diversidad fantástica. Allí conviven hasta 30 tipos de árboles,
centenares de insectos y otras varias plantas. En las décadas anteriores, la región
había quedado a la zaga del desarrollo en México, lo que le había permitido
mantener sus ecosistemas en muy buen estado. La mejora de la infraestructura y
sus mejores caminos la ha hecho más accesible. “Esto ha permitido que la
frontera agropecuaria se expanda en ausencia de una política y una procuraduría
ambiental que funcionen. En términos reales, los ganaderos y agricultores
pueden hacer lo que quieran”, dice Fernández.
Junto al caso de Campeche se suman Yucatán y Quintana Roo.
Los tres sumaron más de 95.000 hectáreas perdidas de selva. Yucatán perdió
23.000 hectáreas, su peor cifra desde 2007. Quintana Roo, la entidad en la que
se encuentran Cancún, Tulum y Playa del Carmen y que ha apostado al turismo
como palanca de desarrollo, perdió 17.824 hectáreas. Es una mejor cifra a la
registrada en 2015 (37.000 hectáreas deforestadas). En diciembre de 2016, los
tres gobernadores de la región se comprometieron a reducir a cero la
deforestación para el año 2030. El primer paso será reducir 80% la pérdida de
la selva en 2020.
El Gobierno federal también se ha comprometido a frenar el
exterminio de los bosques y selvas mexicanas. La Secretaría (ministerios) de
Agricultura, Ganadería Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) y el
ministerio encargado de Medio Ambiente han firmado un compromiso similar al de
los mandatarios locales que se compromete a restaurar con árboles 8.5 millones
de hectáreas en los próximos dos años.
Con información de: El País
Comentarios
Publicar un comentario