Qaraqosh ( Agencias) Al escucharlo, Hussein -que, como muchos acusados aquí, fue
detenido tras la caída de Mosul- se echa llorar.
Miles de prisioneros
Mientras EI pierde terreno en los campos de batalla del
norte de Irak, unos 3.000 sospechosos de ser miembros o colaboradores del grupo
extremista están a la espera de ser procesados en los tribunales iraquíes.
Miles de presuntos miembros de EI son juzgados en cortes
como la del Tribunal Penal de Nínive, en Qaraqosh.
Generalmente hay por lo menos 50 audiencias al día.
Por razones de seguridad, la mayoría son enviados a dos
tribunales en esta ciudad, de mayoría cristiana, ubicada a 30 kilómetros al
sureste de Mosul y retomada por las fuerzas iraquíes respaldadas por Estados
Unidos en octubre pasado.
Algunos activistas de derechos humanos han criticado el
sistema, pero altos jueces iraquíes insisten en que juega un papel vital en la
restauración de la ley y el orden.
Desecrated
church of St Behnam and St Sara, Qaraqosh
La ancestral ciudad cristiana de Qaraqosh estuvo en poder de
EI por dos años.
"Fui solo, nadie me obligó, muchos nos unimos",
dice.
¿Cómo te uniste, qué juramento hiciste?, pregunta el juez.
"No puedo recordar exactamente las frases. Pero he
jurado lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi (jefe de EI) y al califato",
responde.
Relata después su entrenamiento con el grupo: en la ley de
la sharia, en ejercicios corporales y el uso de armas.
Abu Bakr al Baghdadi hizo su primera aparición pública como
líder del autodenominado Estado Islámico en julio de 2014.
Pero le dice a la corte que terminó siendo "sólo un
cocinero", aunque luego admite que también fue uno de los guardias,
"armados con Kalashnikovs", en una base de EI.
Le pagaban, dice, alrededor de US$150 dólares al mes.
Cuando el juez resume su historia, Hamada asiente con la
cabeza: "Sí, es verdad".
Al igual que Abdullah Hussein, Khalil Hamada es condenado a
muerte. El ejército iraquí lanzó su ofensiva para recuperar Mosul en octubre de
2016.
Le dicen que puede apelar y que un tribunal superior en Bagdad
tomará las decisiones finales.
Sin embargo, su mirada de resignación sugiere que sabe que
esto es poco más que una formalidad.
'Enviar un mensaje'
Durante los combates en Mosul, Human Rights Watch (HRW)
encontró pruebas de que algunos soldados iraquíes estaban ejecutando
sospechosos de ser miembros de la EI en lugar de enviarlos a juicio.
El reporte denuncia que hombres y niños que huían de la
ciudad fueron maltratados, torturados y asesinados.
Decenas de civiles murieron en Mosul y la ciudad está
totalmente destruida.
El primer ministro iraquí admitió que hubo "violaciones
claras" de los derechos humanos.
Ahora HRW asegura que tiene "serias
preocupaciones" sobre la calidad de la defensa en los casos que se juzgan
en el Tribunal Penal de Nínive, en Qaraqosh.
Pero el juez jefe Salam Nouri insiste en que su corte actúa
profesionalmente y que hacen un trabajo esencial.
"Envía un mensaje a la gente de que las cortes son la
potencia más alta y que el gobierno iraquí tiene el control," asegura.
Más de 800.000 civiles quedaron desplazados por la batalla
de Mosul.
"El juez sigue siendo neutral", dice el Younis
Jameeli, jefe del Tribunal de Investigaciones, que ha sido temporalmente
establecido en una gran casa familiar.
Señala que EI atacó a los tribunales de Mosul y asegura que
15 de sus colegas fueron asesinados.
"Cada uno de nosotros perdió a familiares y nuestros
hogares fueron destruidos, pero cuando un sospechoso aparece ante nosotros, lo
tratamos según la ley", prosigue.
Evidencias
Cuando le pregunto al juez Jameeli sobre las evidencias,
noto un brillo en su ojo.
"Sabes que EI nos está ayudando a condenarlos",
dice mientras busca unos documentos en su escritorio.
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Islámico
En el archivo hay otra prueba de que EI no es una milicia
desordenada: pretendían funcionar como un Estado. Es una hoja de cálculo
impresa, recuperada por la inteligencia iraquí.
Cada una de las 196 filas identifica claramente a un miembro
de EI con su nombre completo y dirección, trabajo y una fotografía.
Dudas sobre la culpabilidad
Fuera de la corte, me encuentro con Muwafaq, que ha venido
de Mosul para hacer una investigación. Me dice que su vecino, que se unió a EI,
le quemó la casa.
Hace tres años, decenas de miles de residentes huyeron de
Qaraqosh y muy pocos han vuelto.
"Espero que llegue a la corte antes de que lo
vea", dice.
Pero otros alegan que sus seres queridos fueron detenidos
injustamente.
Una mujer afirma que su esposo, detenido hace dos meses,
tiene problemas de salud mental.
Un padre dice que su hijo era "un joven normal que
vendía artículos para carros", pero que no era parte de EI.
Al hablar con ellos, queda claro que juzgar exactamente
quién era o no un colaborador de los yihadistas es una tarea complicada: es
difícil saber si algunos lo hicieron para poder sobrevivir o si en realidad
siguieron la ideología extremista del grupo.
La iglesia Católica de Qaraqosh, profanada por EI.
Cuando los procesos judiciales terminan cada día, guardias
armados sacan del juzgado a una columna de presos cabizbajos.
Mientras, las calles de Qaraqosh están prácticamente
desiertas.
Hace tres años, decenas de miles de residentes huyeron de
esta ciudad y muy pocos han vuelto.
Ahora Qaraqosh -con sus iglesias profanadas- da testimonio
de la barbarie de la EI y de lo difícil que será para los iraquíes comunes
reconstruir sus vidas.
Con información de: BBC mundo
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